18 abr 2013

Futuro de la monarquía





Desde hace un tiempo en nuestro país y en el contexto de la crisis, se está cuestionando el valor de la monarquía. Lamentablemente el debate está caracterizado por ser estéril, superficial, cargado de emocionabilidad y polarizado entre defensores de la monarquía y los que ven la oportunidad de terminar con la misma, en una reedición del conflicto latente entre las dos Españas. Existen muchos opinadores alienados con sus editoriales y partidos, que a diario pisan estudios de radio y platós de televisión para decir lo coherente con el color político que les sustenta. La crítica ha perdido la batalla. Es difícil escuchar a intelectuales libres e independientes hablar de la realidad social. Cansado de perder tiempo en seguir las polémicas me he dedicado a recoger información de varias fuentes políticas, antropológicas, filosóficas y psicológicas para reflexionar. Fruto de la investigación son estas reflexiones que hoy comparto. La exposición va a ser abstracta, continuando el estilo propuesto en el artículo: “Una crisis de conciencia”, que publiqué en el blog. Por lo tanto los ejemplos concretos que presento no son más que orientaciones para apoyar las ideas expuestas, y, como todo lo concreto, tienen acepciones que podrían llevar a un debate estéril si no se va más allá de ellas. El filósofo Gadamer hizo hincapié en la necesidad de leer un texto con la actitud de establecer una relación personal con el mismo. De modo que la lectura conduzca a que el lector contraste la información que recibe con sus conocimientos previos y con su estilo personal, pues de este modo la lectura conduce a la reflexión, a la crítica, a la afirmación más consistente de lo que sabía o al cambio de ideas o actitudes. No he escrito un texto pulcro, no pretendo ofender, tampoco evito que alguien se sienta incómodo ni la polémica. Adelanto que no quiero presentarme como ideológicamente neutral, sin tomar explícitamente posición. Ignorancia más confianza ciega es igual a sometimiento y engaño.
Mi interés está en poner en evidencia la naturaleza profunda y constitutivamente social de esferas generalmente suprimidas del análisis. Supresión fundamentada, en la hipótesis ad hoc, de que pertenecen al ámbito de la “libre propiedad”  de la subjetividad individual. Esta hipótesis, pseudociencia, es un engaño.
En las épocas de crisis los vínculos de confianza se debilitan, el consenso se rompe, los enfrentamientos se hacen más violentos… Aunque exista más angustia, recelo, sospecha,.. la alerta (mezcla de inquietud, miedo y curiosidad) es uno de los grandes motores de la evolución humana, ya que deconstruye errores previos, alienaciones, y permite nievas perspectivas.

El jefe de Estado es la máxima autoridad de un Estado, representa su unidad y su continuidad ante el Estado mismo y el mundo. Sus funciones específicas varían de acuerdo al sistema político de cada Estado: monarquía (rey), república (presidente)...

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Súbdito se emplea, a partir de la Revolución francesa, en oposición a ciudadano; ya que se entendía que "súbdito" implica la sumisión a la soberanía del rey propia de una monarquía absoluta del Antiguo Régimen, mientras que "ciudadano" implica la participación en la soberanía nacional.
Los siguientes polos de pares antitéticos: 
Jefe estado – ciudadanos
Rey – súbditos
Son formas de regulación de la autoridad y la gestión de gobierno de un estado. En las monarquías parlamentarias actuales se considera y pretende hacer creer que estos pares antitéticos son equivalentes. La justificación es que el rey, en un sistema monárquico parlamentario, ha perdido las connotaciones de un rey del Antiguo Régimen y, por lo tanto, es factible la polaridad Rey-Ciudadanos.
¿Pero es así?
Los estudios antropológicos señalan una evolución histórica desde modos en los que la autoridad la ostentaba un caudillo, hasta los sistemas de jefatura de estado presidencialistas.
La institución de las monarquías está ligada al desarrollo de los estados y ha tenido su sentido en períodos históricos, en los que aglutinaba una significación religiosa y una connotación patriarcalista. Las monarquías han evolucionado forzadas por los cambios históricos, sucumbiendo o transformándose por su decadencia o por movimientos revolucionarios que han dotado al pueblo de constituciones.  La monarquía constitucional fue un paso intermedio frente a  la aparición de las primeras repúblicas modernas como Francia y Estados Unidos. Se pretendía pasar de monarquías absolutas del Antiguo Régimen, a monarquías con un poder limitado, ya que el rey que retiene gran parte del poder controlando al poder ejecutivo. Un cambio cínico que pretende que las cosas sigan igual. Visconti en “Il gatopardo”, 1963, lleva al cine la novela de Giussepe di Lampedusa en la que se ejemplifica un ejercicio de esta maniobra.
Aunque las actuales monarquías constitucionales son en su mayoría representativas de sistemas democráticos históricamente no siempre ha sido así. Muchas de las monarquías han coexistido con constituciones fascistas o con dictaduras, o han sido impuestas o restauradas como continuidad de dictaduras.
Se afirma que en las monarquías parlamentarias la soberanía reside en la voluntad popular, siendo el monarca una figura esencialmente simbólica.  El rey ejerce la función de jefe de Estado bajo el control del poder legislativo (parlamento) y del poder ejecutivo (Gobierno), es decir, “el rey reina pero no gobierna”. El monarca sanciona las leyes y decretos que le son presentados para firmar por el Gobierno y el Parlamento. Pero es habitual que el monarca disfrute de privilegios en función de su papel como máximo representante del país y Jefe del Estado. Privilegios que contemplan no sólo el mantenimiento económico de la familia real y su seguridad, sino también a cuestiones de inmunidad jurídica,… y estos privilegios están recogidos en la Constitución y regulados por esta u otras leyes.
Actualmente existen unos 35 estados con monarquías. La mayoría parlamentarias. La mayoría con sucesión hereditaria (a excepción de Emiratos árabes, Camboya, Malasia, que son electivas). La mayoría desligadas del poder religioso (a excepción de algún país islámico, el co-principado de Andorra, el Reino Unido en el que el soberano es el Gobernador Supremo de la Iglesia Anglicana y Bután: budista). La mayoría en un solo país (a excepción del Monarca británico que es el jefe de Estado del Reino Unido y de los territorios británicos de ultramar que son unos quince países, cada uno de los cuales formaron alguna vez parte del Imperio británico conocidos como los Reinos de la Mancomunidad Británica de Naciones).
De este repaso se infiere que actualmente coexisten modos diversos de regular las monarquías y que aunque algunos están más cercanos que otros al Antiguo Régimen, en todos se conservan elementos reminiscencias del pasado.
En el pasado el rey era un símbolo encarnado en una realidad. Actualmente es un símbolo con una presencia limitada en lo real.

¿Cuál fue la significación del rey en el pasado?
En lo manifiesto
Entre otros datos de diversas culturas expongo algunos de interés. El carácter wang, que designa al rey en China, está formado por tres trazos horizontales paralelos, el cielo, el hombre y la tierra, ligados en el medio por un trazo vertical: « El hombre cuya naturaleza procede del cielo se encuentra dotado de esta virtud que saca de sí mismo.» Su papel de regulación se extiende del dominio cósmico al dominio social. Este mismo papel de impulsión y de regulación de los movimientos cósmicos se aplica al símbolo hindú del rey-elzakravarti. Es el motor inmóvil del mundo, situado en el vacío del cubo de la rueda. Una función semejante puede aplicarse a Manu, el legislador primordial. El emperador del Japón es el descendiente directo de Amatera-su-omikami, la diosa del sol. El rey (al-Malik) es, según el islam, un nombre divino que corresponde esencial-mente a la función del juicio. El rey de Egipto, Faraón es de la misma naturaleza que el sol y la divinidad. Todo cambio en el trono toma una significación cósmica. Si, a la muerte de un rey, caos amenaza el orden del universo, el advenimiento de faraón renueva la creación original, restablece el equilibrio de la naturaleza. El rey celta era elegido por los nobles entre los representantes de la casta militar pero bajo la vigilancia y la garantía religiosa de los druidas. Guerrero por sus orígenes su función no combate ya, pero presencia es necesaria: no se gana una batalla sin rey, dice un aforismo irlandés medio. Un buen rey es el que asegura la prosperidad de sus súbditos. El rey simboliza también, según las creencias africanas, el detentador de toda vida, humana y cósmica, la piedra angular de la sociedad y del universo. En general el rey per­sonifica el divino orden mundial del cos­mos dentro de su reino, como el sol personifica el del cielo (el faraón como ima­gen terrestre de Ra, el inca como ima­gen del dios solar Ynti o el japonés Ten-no, así como el barroco «rey Sol» Luis XIV). El culto romano de los soberanos en la época posterior a la divinización del difunto Julio César y el Imperio de ello resultante —posteriormente modi­ficado en soberanía «por la gracia de Dios»— es la ulterior manifestación de este mundo de ideas, aceptada de buen grado en el cristianismo mediante la san­ción eclesiástica y participación en la ce­remonia de la consagración y coronación. En la Galia se menciona a Albiorix, como «rey del mundo» y es equivalente a Marte. Albio tiene el doble sentido de blanco (sagrado en el mundo indoeuropeo que implica una significación religiosa) y de mundo y también se mencionan los Bituriges que son, a la vez, reyes del mundo y reyes perpetuos. Albiorix y Bituriges se oponen a Dubnorix, rey del mundo en el sentido temporal.

Resumiendo características del símbolo rey que han configurado los pueblos:
                Su fundamento se encuentra en el deseo de personificar una autoridad que garan­tice el bienestar del pueblo. Su existencia es indispensable, por su papel de equilibrador y distribuidor, para la coherencia social.
Tiene un valor trascendente, sagrado, religioso, que le confiere ciertos poderes.
Sus funciones esenciales son el establecimiento de la justicia y de la paz, es decir del equilibrio y de la armonía del mundo. Si el alma no es capaz de ejercer la justicia, el espíritu se hunde, y la materia, cuerpo, se arruina.
La cualidad central y reguladora de la función real implica a un microcosmos humano, un reino, cuyo corazón es el rey mismo.
Perpetuidad. La permanencia garantizada por la sucesión hereditaria.  
Los emblemas del poder real son los bastones de mando, la corona, el cetro, el globo, el trono y el dosel. Su fuerza que se dice le fue infundida en el acto sagra­do de la coronación.
El Rey, es una figura simbólica de dominio que solo se puede  comprender en una civiliza­ción concreta o en su esfera de influen­cia. Proyecta en la sociedad humana el principio patriarcal del mundo de los dioses, que representa la imagen de soberanía masculina de una religión solar en la tierra. Las reinas hacen referencia a rasgos matriarcales de las correspondientes culturas,  la reina aparece más bien, en el ámbito profano, como un mero elemento complementario sin gran independencia. Incluso aunque conocían reinas en la vida cotidiana se asignaba un papel secundario al sexo femenino. 
                Para garantizar el buen funcionamiento:
El rey debe mantener un equilibrio entre cuatro posiciones arquetípicas integrándolas y adecuándolas a cada contexto: Guerrero; Sabio; Amante; Mago.
Debe tener capacidad de pelear por la justicia y el bienestar, haciéndolo con sabiduría, con amor a su pueblo, y con creatividad. Equilibrando Logos y Eros.
Requiere una formación profunda en muchos niveles, un equilibrio emocional, una ética autónoma…
Los reyes filósofos son los hipotéticos gobernantes de la utópica Callipolis de Platón. Si su ciudad estado ideal debía existir alguna vez, los "filósofos [debían] convertirse en reyes… o esos a los que hoy se llama reyes [deben]… filosofar genuina y adecuadamente" (La República, 473d).
En China se esperaba que el emperador estuviera en el Tao, que significa un trabajo para mantener un orden interno ya que de ello dependía el orden del imperio. Era el pájaro en la “Jaula de oro” del palacio al servicio del pueblo.
El rey debe encontrarse en la plenitud de la vitalidad. Si aparecen síntomas de envejecimiento o de una incapacidad física cualquiera, es descalificado, debe irse e incluso, en algunas culturas, someterse a la costumbre de la autoinmolación o del regicidio.
Ser rey requiere mucho y sin ser rey no se gana una batalla para el desarrollo y el bienestar.

Puntualizaciones:
Todo sistema requiere un equilibrio entre dos tendencias, la que mantiene su estabilidad y la que promueve cambios para crecer, enriquecerse y adaptarse más eficazmente al entorno. El rey, como Cronos, es símbolo personificado del tiempo, con sus dos acepciones la de perpetuidad y no cambio y la de cambio, cuando devora a sus hijos, como símbolo que destruye para crear de nuevo.
Un sistema sano es abierto al cambio en relación con el medio. De este modo es funcional y promueve la salud. La referencia al canibalismo de Cronos tiene sentido en este contexto de promotor de la salud si lo que se devora son los aspectos que impiden el desarrollo de la conciencia. Devorar es conocer, digerir e integrar esos aspectos. Tanto el rey puede enseñar a sus súbditos a devorar como estos pueden devorarlo. Esto lo desarrollaré en un artículo específico.
               
                ¿Las monarquías cumplen las expectativas deseadas?
                La historia recoge la existencia de reyes que han promovido el bienestar de sus reinos, siendo algunos de ellos mitificados por su buen hacer. Por citar algunos de los que ejemplifican el ideal platónico de reyes filósofos: Salomón, Alejandro Magno, Marco Aurelio, Matías Corvino, Federico el Grande, Catalina II de Rusia, Nezahualcoyotl.  Aun así los reyes buenos han sido muy pocos. La mayoría de los reyes han sido nefastos y más cuando han acaparado el poder religioso o han sido sostenidos por este. Se han generado guerras, expediciones militares (cruzadas, armada invencible), genocidios, desastres ecológicos (un galeón de la armada invencible requería 500 robles talando los bosques de castilla y de los 127 barcos naufragaron o fueron destruidos 87), y destrucción por su afán de poder y dominio o por el mantenimiento de su régimen. Algunos reyes fueron apodados con el calificativo de “cruel”, “demonio del mediodía”... Ejemplos históricos: Ranavalona I, Calígula, Nerón, Juan Sin Tierra, María la sangrienta, Iván IV El Terrible, Leopoldo II de Bélgica, Reyes Católicos, Felipe II. Dependiendo de quien interpreta la historia y de la posición de intereses algunos de los ejemplos pueden ser considerados en la clasificación contraria a lo descrito en este texto. Hablar de buenos o malos es un ejercicio de pensamiento concreto, simple. Son conceptos relativos e interdependientes. Cada uno solo puede concebirse en referencia al otro. Sin embargo, ¡cuánta destrucción han generado los intentos de acabar con el mal desde la presunción de que se hacen desde el bien!
                Los absolutistas españoles en 1814 acuñaron el lema ¡Vivan las cadenas! es un lema cuando, en la vuelta del destierro de Fernando VII, se organizó un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella. Apoyando y justificando la decisión del rey de ignorar la Constitución de 1812 y la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, gobernando como rey absoluto, apoyado en los firmantes del Manifiesto de los Persas (12 de abril). Cuando la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis acabó con el Trienio Liberal, se produjeron adiciones de nuevos contenidos al lema: “Vivan las cadenas y mueran los negros” y “Vivan las cadenas y muera la nación” Negros era el nombre con el que los absolutistas se referían a los liberales españoles; y nación era una palabra de contenido político liberal (soberanía nacional, milicia nacional, bienes nacionales, etc.).


Estatua de Carlomagno en la cripta de la catedral de Zurich (Grossmünster).

Carlomagno fue el constructor del Sacro Imperio Romano, que se desmembró a su muerte dando paso al Feudalismo. Fue uno de los Nueve de la Fama que representaban el ideal de la caballería (Héctor de Troya, Alejandro Magno, Julio César, Josué, conquistador de Canaán, David, rey de Israel, Judas Macabeo, reconquistador de Jerusalén, Rey Arturo, Carlomagno, Godofredo de Bouillón, uno de los líderes de la Primera Cruzada)


Llama la atención su imponente pose, el estar sentado en el trono, la corona y el cetro-espada.



Sobre la simbología de la corona, se pueden decir varias cosas. Con la ceremonia de coronación el rey que­da legitimado como ser sobrehumano, vinculado con el mundo superior, y le eleva por encima del círculo de sus semejantes. La estructura circular de la corona significa círculo sin fin. Cuando hay piedras preciosas añade la cua­lidad de lo suntuoso. Cuando hay dientes en forma de rayos hacen pensar en los rayos del Sol, una imagen cósmica patriarcal-so­lar. Por esto las coronas de los reyes se hacen casi siempre del metal solar oro. Una triple corona (tiara) designa al Papa, una quíntuple simboliza a Dios Padre.



La corona real de España, un objeto heráldico sin existencia rea, que  recoge los simbolos citados antes.



               

 



 

 

La representación del artista alemán de comics Ralf König evoca un rey fálico que dicta la ley a su conveniencia. No lejos de las asociaciones que muchos hacen con el poder de los reyes.

               




¿En lo profundo?
                ¿A que me refiero? A lo no manifiesto pero presente en el psiquismo como motor de desarrollo de la conciencia. Su presencia en el inconsciente colectivo tiene una historia. La experiencia de una realidad social duradera que ha significado mucho para generaciones se inscribe en el inconsciente colectivo, como arquetipo que a modo de “instinto” empuja al despliegue de la conciencia.  
Los símbolos se presentan mediante imágenes y relatos míticos. Estos relatos representan dramas existenciales humanos y una de sus funciones es dotar de explicaciones a las preguntas existenciales. Son referencias, propuestas explicativas que sirven temporalmente y pueden ser cambiadas. Símbolos y mitos aparecen en sueños, leyendas, relatos, utopías (Callipolis de Platón),… El relato mítico también puede ser desviado de su función de empuje al desarrollo y convertirse en una herramienta de dominación. El mito fundamenta un modo de interacción entre agentes sociales basado en lo simbólico, que explica el mayor grado de perdurabilidad de la raíz estructural de los elementos que se ponen en juego en las relaciones sociales cotidianas, en cada interacción social, a pesar de los cambios socioeconómicos y de los progresos sociales.
Muchos consideran Edipo rey la obra maestra de Sófocles. Entre ellos, Aristóteles, que la analiza en la Poética. La obra nos presenta a Edipo en su momento de mayor esplendor, como rey de Tebas y esposo de Yocasta. Para salvar a la ciudad, comienza a investigar la muerte del rey anterior, Layo. Poco a poco se descubre la verdad: Edipo es el asesino que busca, Layo era su padre y su esposa, Yocasta, es al mismo tiempo su madre. Yocasta se suicida y Edipo, tras cegarse a sí mismo, pide a su cuñado Creonte que le deje partir al destierro y se quede con sus dos hijas, ya que sus dos hijos son hombres y sabrán cómo actuar.
En Edipo encontró Freud un relato que explicaba el incesto cometido por el rey derivado de la dirección de la pulsión sexual que lleva al varón a desear a la madre y matar al padre y el castigo por transgredir la norma. Para los griegos era la lucha entre la imposición de los dioses (destino) sobre la libertad humana. Héroe que trata de buscar su lugar salir de su destino y a pesar de sus esfuerzos comete la falta que trata de evitar y sucumbe a la culpa, lo mismo que Yocasta y su descendencia.
El contraste entre malos y buenos reyes ha generado el mito indoeuropeo del Rey Perdido. Un rey justo, legítimo y amado por sus súbditos, que desaparece misteriosamente; todos se niegan a creer que haya muerto, se ha retirado a un lugar oculto y volverá cuando la hora sea propicia para ponerse al frente de la legión de los elegidos en la batalla final contra las fuerzas del mal. En ocasiones Caudillo derrotado, en otras muerto, pero que su cadáver jamás se encuentra o simplemente líder victorioso de un período áureo, consciente de la etapa de descomposición y decadencia en que vive la humanidad y que deciden pasar a una especie de estado de letargo hasta que se produzca la renovación del tiempo de la que él mismo será vehículo. Todos ellos son prefiguraciones, más o menos directas, del Mesías Kalki que, según la tradición indo-aria, vendrá al final de los tiempos para restaurar el Orden y la Justicia en el mundo. La morada de este “Rey Perdido” es un símbolo polar: una montaña (Federico I y II, Ogier de Dinamarca, José Antonio, Carlomagno…), un Castillo (Otger Khatalon, Vlad III…). Las moradas o residencias de todos estos personajes, son imágenes visibles y a la vez simbólicas: cielo. El Rey Arturo, protagonista del Ciclo del Grial y de los Caballeros de la Tabla Redonda, después de la batalla contra las fuerzas del mal representadas por Mordred, se retira a la isla Avalón.
En el simbolismo alquímico, el rey, casi siempre con la reina, está representado como elemento del sistema dual Sol-Luna en el sentido de la doctrina dual de azufre y mercurio, que juntos, tras el medio de purificación del proceso al­químico, forman la «piedra filosofal», ge­neralmente representada como andrógi­no coronado.
La escuela de psicología profunda de C. G. Jung, se ha ocu­pado extensamente del simbolismo alquí­mico y considera al Rey menos como sím­bolo de autoridad paternal («imagen del padre») y más como arquetipo de intui­ción y sabiduría superiores en el fondo de los símbolos psíquicos heredados. La integración de Guerrero; Sabio; Amante; Mago. Requieren la armonía entre las cuatro funciones del psiquismo descritas por Jung; Percepción; Pensamiento; Juicio e Intuición. Además se requiere equilibrio dinámico entre ellas y con las actitudes de introversión y extraversión.
En cuentos y leyendas aparecen a me­nudo figuras de reinas procedentes del ámbito sobrenatural, como por ejemplo, la reina de las hadas o —bajo un signo negativo— una reina de las brujas. En tiempos más antiguos se otorgaba a la mujer una influen­cia mayor que en la época cristiana. Y esta temática sigue estando en el psiquismo. Desde el punto de vista psicológico, hay grandes reinas que desempeñan un pa­pel importante, por ejemplo en los sue­ños, como imágenes primigenias del «gran femenino» o de la madre en general.
          En los cuentos populares europeos, la figu­ra del rey constituye primordialmente el objetivo de todas las aventuras y viajes que el héroe debe vivir en el transcurso de su maduración y formación con el fin de cumplir con su misión. No importa la nobleza de nacimiento, sino que, en el proceso de «hacerse rey» de la figura central, se trata de la posibilidad de poder iden­tificarse con aquella figura y dirigir las propias disposiciones hacia el máximo desarrollo posible. El rey se concibe también como una proyección del yo superior, un ideal a realizar.Ya no tiene, entonces, ninguna significación histórica ni cósmica; se convierte en un valor ético y psicológico. Su imagen concentra en ella los deseos de autonomía, de gobierno de sí mismo, de conocimiento integral, de conciencia. En este sentido, el rey es, con el héroe, el santo, el padre y el sabio, el arquetipo de la perfección humana y moviliza todas las energías espirituales para realizarse. Pero esta imagen puede pervertirse en la de un tirano, expresión de una voluntad de poder mal controlada.
           
Resumiendo características del símbolo rey desde lo profundo:
El simbolismo del rey está soportado por un relato mítico. El mito es una propuesta y una referencia explicativa Algunos mitos citados responden a la necesidad de crear un relato de dominación, otros de paliar el dolor por frustraciones derivadas de pérdidas del bienestar del período idealizado, otros proponen modos de crecimiento interno. Algunos son de corrientes disidentes o perseguidas por los dominantes y han estado silencias u ocultos en la historia.
A medida que el mito se aleja más de las referencias superficiales su carácter de motor de cambio individual se hace más patente. Llegar a ser rey-reina supone una meta para un camino iniciático que requiere atención, puesta a prueba de las capacidades, lucha, elaboración de conflictos, integración de opuestos como lo masculino-femenino de cada uno,… Un final que no implica privilegios sino libertad. Un camino, pues, duro, para llegar a la libertad, no es deseable pues además, parafraseando a Bernard Shaw “La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto”.

Puntualizaciones:
La información profunda orienta hacia un trabajo introvertido. La carencia del mismo pone en marcha el mecanismo de autorregulación de la psique, que proyecta el símbolo hacia el exterior encarnándolo en un sujeto y una cultura histórica. Ver en el exterior la película interna es un medio para observar lo posible y tener la posibilidad de, entendiendo el significado, volverlo hacia el mundo interno en un trabajo de desarrollo y consolidación. Pero en la mayoría de los humanos no se toma conciencia de la proyección, y la realidad investida con el símbolo se toma como única Realidad de la que se hacen dependientes para un equilibrio interno. Los sujetos tienden a identificarse con la realidad tratando de parecerse a los sujetos que encarnan el símbolo. De ese modo se sienten partícipes y compensan el vacío interno de la proyección.
Este proceso es fomentado por las figuras e instituciones dominantes, para su beneficio, para fijar la conciencia en estilos que pertenecen a etapas infantiles del desarrollo del pensamiento, como el pensamiento concreto. En la mayoría de los casos ya solo con esto el pueblo está alienado y si falla siempre queda el recurso a la represión directa y eliminación de los sujetos peligrosos para el sistema.
El relato mítico es equivalente a un “objeto transicional”. La información simbólica es la fuente para su construcción. Su existencia hace evidente un drama existencial con su presentación, desarrollo y epílogo. Como objeto transicional sirve para acompañar, segurizar, es como el peluche que acompaña al infante en la ausencia de sus progenitores. Al principio es absolutamente necesario, finalmente, cuando el infante está seguro de sí mismo no lo necesita aunque siempre conserve un profundo afecto. El mito da una perspectiva y enseña, pero su destino es su desaparición. En el caso del símbolo rey el objeto transicional es un sujeto histórico y una cultura durante válida un tiempo. En este tiempo es un objeto total internalizado en la psique hasta que se convierte en un recuerdo cuando sus valores han sido incorporados a la autonomía del sujeto.
Antes he citado que in rey no se gana una batalla para el desarrollo de la conciencia. Ahora hago hincapié en que esto se refiere a “ser” rey no a “tener” rey. Ser y tener son antinomias.

¿Y la Monarquía Española?   http://www.casareal.es/ES/Paginas/home.aspx
La monarquía fue restaurada por el dictador Franco quien eligió un descendiente de una de las líneas borbónicas. Tras el fallido golpe de estado de Franco contra la II República, las dos casas borbónicas el litigio: la oficial Alfonsina y la Carlista se alinearon con los golpistas en la guerra civil esperando que Franco las restaurara. Franco se quedó con el poder y las dinastías, frustradas, se alejaron del franquismo siendo incluso reprimidas. Franco intentó instaurar un monarca sucesor de la línea germánica, quien no aceptó. El padre de Juan Carlos tuvo que abdicar a favor de su hijo cuando Franco lo eligió. No consta que el rey haya condenado públicamente ni la dictadura ni al dictador.
La constitución española de 1978 define un sistema monárquico parlamentario de sucesión hereditario, como es común a las monarquías, con la particularidad de preterición de varones sobre mujeres (en la línea de la tradición borbónica francesa de Felipe V) lo que es una “sombra” de la ley Sálica (su origen se remonta a principios del siglo VI promulgada por el rey Clodoveo I de los francos Salios). En el Art 55 del título II la constitución proclama la inviolabilidad jurídica del soberano (no se le puede juzgar). El derecho de “gracia”: el rey tiene el derecho de remitir en todo o en parte todas las condenas pronunciadas por los Tribunales de Justicia en el orden penal, sea común o militar, bien de manera condicional o incondicional no pudiendo conceder indultos generales. El rey se reserva la concesión de títulos nobiliarios y grandezas de España. Además de los privilegios que recoge la constitución la monarquía, tampoco, aún hoy, está regulada por leyes que desarrollen lo recogido en la constitución, lo que la hace opaca al control.
La Constitución fue redactada, en un contexto de transición de la dictadura a una democracia.   Aunque sea loable el esfuerzo pactario este período se ha construido como un relato mítico del proceso que idealiza la realidad y lo convierte en un obstáculo para cambios: es “hija” del esfuerzo de unos “padres” que consensuaron el texto y  que fue aprobada en referéndum.  El mito obvia las “sombras” como que la latente amenaza de los sables forzó el consenso…
            Estas características denotan que la monarquía es un “sistema cerrado”. Los sistemas cerrados generan diversas patologías a sus miembros y al entorno.
           
¿Cómo ha reinado el rey? ¿Equilibrio entre: Guerrero; Sabio; Amante; Mago?
            Luces y sombras
Como guerrero no ha luchado explícitamente por desmarcarse del franquismo en declaraciones públicas. El fallido golpe de estado del 23F de 1981, le ha investido de un halo de guerrero héroe que luchó por el pueblo contra involuciones fascistas, desmarcándolo de la dictadura y legitimándolo.
Como sabio y mago. En la transición tuvo astucia y una cierta “magia” para elegir un equipo idóneo.
Como amante. Se hace hincapié en su talante conciliador, mediador, desde el inicio de su reinado.
Existe un relato mitificado del período inicial, que caló y se tradujo en su aceptación popular durante un largo período. La mitificación ha actuado en contra del propio rey pues le puede conducir al relajamiento de la disciplina, a vivir de la renta y a creerse en ser un sujeto excepcional no solo por su origen sino por los logros y a tener más justificación de sus derechos. 
No ha mantenido una posición sabia. Sus discursos preferentes al pueblo se producen en la felicitación de Navidad. Sus contenidos no son sabios. El momento elegido tampoco. Seguir aglutinando la percepción de su figura al espacio religioso, no le suma sino que le resta. No se independiza de lastres del pasado.
No es una actitud amante la realidad de mantener privilegios, no ser igual a los otros, facilitar o no impedir el uso de la institución para arribismos, camarillas de poder e influencia, fortunas personales y, quizás, paraísos fiscales… No ya solo el propio rey sino su área de influencia. El rey se presentaba como una marca apreciada de España fuera del país, producto de la renta de la mitificación. Lo mismo que dentro del país. Acercarse a su figura, identificarse con la figura y con su estilo, son formas de adquirir “autoestima y poder personal” y riqueza.
Cazar animales aunque sea una actividad legal y libre en su vida privada, no denota la valentía y el riesgo del guerrero necesario, sino lo contrario. Las servidumbres que su figura simbólica tiene para el bienestar del pueblo le obligan a sacrificios sobre sus deseos personales. Lo sabe y parece que no lo acepta, llevándole a la trampa de la caza a semiescondidas del conocimiento. Es significativa la derrota sufrida ante el elefante. El elefante es el más fuerte de los animales terrestres, y están reconocidas sus capacidades memorísticas y cierta conciencia de la muerte por sus rituales de cementerios… ¿Que mejor para sentir el poder que abatir un elefante? La práctica de la caza de elefantes no era ocasional. La empresa Rann Safaris publicó en su web una fotografía del Rey en Botsuana del 2006 con un elefante abatido. El sitio web fue cerrado. El episodio causó mucha indignación y entre otras cosas el rey perdió el status de miembro honorífico de la ONG WWF-Adena. El rey salió lesionado con fractura de cadera. Es cierto que se disculpó al salir del hospital del error cometido, y prometió que no se repetiría. Si es producto de un proceso genuino de toma de conciencia o un intento de salir lo mejor parado no lo sabemos. Aun así es interesante el hecho de la petición de perdón, le acerca a ser más semejante. Sin embargo no ha frenado el inicio de lo que se ha denominado su “annus horríbilis”. Simbólicamente fue vencido por la fuerza, memoria histórica, y la conciencia de muerte del elefante. En la realidad está ocurriendo, la debilidad física del rey va en aumento, se ha abierto la memoria histórica que lleva a revisar su reinado y orígenes, y se debate sobre la muerte de su reinado. Ya se escuchan voces diciendo que el rey es el que más alienta el sentimiento de derrumbe necesario de la monarquía. Y pocas voces se posicionan desde el sentimiento del “retorno del rey perdido”.
Alguna de sus últimas actuaciones como la de pedir a un “padre de la constitución” que defienda a su hija ante los tribunales de justicia, reconocida por el rey, dejan manifiesto la conjunción corona-Constitución, pero difícilmente va a alimentar el mito constituyente en su beneficio, más bien alimenta el sentimiento de que es un ejercicio de privilegios e inviolabilidad. El rey está en el ojo de mira, se desconfía de él, y se le disparan todo tipo de proyectiles, siendo un cierto “chivo expiatorio” del malestar social. Haya o no intervenido para que Urdangarin tenga trabajo en Qatar al rey se le va a atribuir un ejercicio de sus contactos privilegiados y un intento de excluir lo que le deteriora.

            Futuro de la monarquía española
Ya pocos ven en el rey un valor que incremente la marca España. Es significativo que la ronda de empresarios que visitan países para reforzar la marca y fomentar las exportaciones para salir de la crisis no usan al rey para ello.
La selección española de futbol es un símbolo más apropiado de la marca. Se le ha investido de un lenguaje mitológico. Los éxitos son producto del esfuerzo, del trabajo del país, de la colaboración de equipo, de la paciencia y unión de fuerzas… un trabajo heroico. Que llama a la unidad, y que propone un camino de trabajo duro. Los atletas se muestran humildes agradecen el trabajo y la colaboración de todos, los éxitos son festejados como de todos y cada uno de los ciudadanos que se sienten uno en la diversidad. Por eso es admirada y premiada (Premio Asturias), la gente luce sus símbolos como la camiseta que se pone la gente en cualquier espacio. Es significativo que Rajoy regale al Papa en su primera visita una camiseta de la selección, y que este le conteste, que de haberlo sabido le hubiera dado a cambio una camiseta de su equipo argentino. 
Parte de las funciones de la proyección interna en el rey encarnado se van perdiendo al desplazarse a otros ámbitos. Esto no significa que se supongan un cambio en la población, pero investir el deporte permite un juego más dinámico hacia el cambio que investir en el rey.
Cada vez es más evidente que no estamos en una democracia representativa parlamentaria que trabaje para el pueblo, y que el concepto democracia no connota el sistema político que tenemos. En sentido estricto la democracia es una forma de gobierno, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad al representante. En sentido amplio, democracia debería ser una forma de convivencia social en la que todos sus habitantes son libres e iguales ante la ley y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales. La realidad nos muestra otra cosa. Falta la piedra angular, es decir, la voluntad general de unos ciudadanos conscientes de su situación y de sus necesidades, una voluntad formada y preparada para la toma de decisiones y para ejercer su poder de legitimización de forma plena. Es más apropiado una mezcla de varios de los siguientes: Partidocracia; Plutocracia, sistema de gobierno en el que existen influencias desequilibradas en la toma de decisiones a favor de los que ostentan las fuentes de riqueza; Cleptocracia, el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados  (nepotismo…) de forma que estas acciones delictivas quedan impunes, debido a que los sectores del poder están corrompidos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico;  Oclocracia, o tiranía de las mayorías incultas producto de una poderosa acción demagógica. Existe un predominio del neoliberalismo corriente politicoeconómica que propugna la reducción de la intervención del Estado al mínimo tanto en materia económica como social, defendiendo el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de los denominados fallos del mercado. El neoliberalismo afirma que la democracia y la pobreza están relacionadas. Si quedaban dudas de la potencia de este sistema, quedan disipadas al conocer las instrucciones que dejó la “baronesa” Margaret Thatcher para su funeral y la obediencia a las mismas. Según las pautas de la baronesa, el primer ministro del momento sería el encargado de leer un pasaje de la obra y milagros de Jesucristo; por lo tanto, lo hará el jefe de gobierno, David Cameron. Entre las canciones eclesiásticas que Thatcher eligió para su entierro se encuentra el himno anglicano «I Vow to Thee, My Country», favorito de Diana de Gales. La Dama de Hierro pidió que la noche antes del funeral el ataúd con sus restos mortales reposasen en la capilla de Westminster y la Reina Isabel II aprobó su decisión. Thatcher, consciente de las divisiones que había suscitado su figura, siempre se negó a que su cuerpo fuese expuesto públicamente.
La pompa y boato de este funeral, que sigue las instrucciones de la baronesa, con la participación de los representantes políticos de su país, de la reina, de 2000 invitados… ¿No son una expresión de un relato mítico del neoliberalismo que presenta uno de sus garantes como una ser excepcional elevado a la categoría de reina?  ¿Se hubiera hecho si su partido no estuviera en el poder y sin la existencia de la monarquía británica?
¿Quién puede negar que las monarquías no sustenten raíces ideológicas y simbólicas del neoliberalismo?
La propia monarquía española se desmorona por su conducta. Es cierto que la crisis facilita la toma de conciencia de la injusticia de los privilegios y que la rabia acumulada, por frustraciones diversas (entre ellas la derivada de constatar que el rey no es un cuidador del bienestar peleando para el mismo), puede depositarse en el rey más allá de lo que le corresponde como sujeto. Es la contrapartida de la idealización, a veces por el sentimiento de vergüenza por hacer idealizado, la rabia por el sometimiento…
            Es impensable que la monarquía se autodisuelva siendo consciente que su ciclo ha terminado y que ya es un estorbo a la evolución de la consciencia.
            Para ello se necesitarían muchas cosas no solo en la familia real sino en el pueblo. Y las resistencias a ello están en muchos ámbitos. Un argumento bastante aceptado por muchos es que el rey da estabilidad al estado y que en tiempo de crisis se necesita la estabilidad. Pero ¿no es el tipo de estabilidad que se pretende mantener el problema en sí? Manteniendo privilegios de sangre se avalan los privilegios de clase y a los privilegiados.
            Las renuncias parciales, como la abdicación del rey en el príncipe heredero tampoco soluciona el problema, pueden ser un ejercicio de cambio para que no cambie nada. Otros  cambios constitucionales, tampoco son suficientes, como abolir restos de ley sálica, la eventual eliminación de la cruz de la corona sancionando para visualizar que el estado es laico….
            Recientemente Benedicto VXI renuncio al papado. Adujo razones de edad (falta de energía) y de soledad para la tarea. En su discurso de despedida confesó que en momentos delicados de su papado sintió como si Cristo estuviera dormido aludiendo a un pasaje de la Biblia. Ahora es emérito. Le honra reconocer que no podía seguir remando o llevando el timón de la nave. Ha dejado claro que el liderazgo requiere energía. Podría haber sido más guerrero de la verdad y explicar porque le habían dejado solo y hechos como los que se ven en este video.
La reina Beatriz de Holanda, a punto de cumplir 75 años y tras casi 33 en el trono, anunció su abdicación en favor de su hijo, el príncipe Guillermo, que la sucederá formalmente el 30 abril 2103 "La responsabilidad sobre nuestro país debe recaer en las manos de nuevas generaciones", dijo. En Holanda la abdicación es habitual en los monarcas ancianos.
¿Por qué es impensable que vaya a abdicar el rey con estos precedentes? ¿El riesgo de juicio por pérdida de inviolabilidad es determinante? En una entrevista antes de su 75 cumpleaños el rey afirmó sentirse con fuerza e ilusionado por continuar con su reinado.
            ¿Qué pasaría si el príncipe aboliera la monarquía?  Podría ser un bofetón para todos los privilegios. ¿Y si además lo hiciera con un discurso explicativo? Podría ser un ejercicio de sabiduría e impulso al cambio del pueblo que transformara la categoría de súbdito en ciudadano. ¿Y si repartiera o devolviera bienes? Simbólicamente dando a comer algo material como  un descuartizamiento. Cerraría un ciclo.
            Aun siendo esto es todavía más improbable no es difícil entender que sería un suceso excepcional y evolutivo. Quizás haya que ir proponiéndoselo con más contundencia.
En junio de 2011, Laura Pérez se acercó hasta el Palacio de Congresos y Exposiciones de Pamplona con la intención de entregar una carta a los Príncipes de Asturias, quienes asistían a la entrega de los Premios Príncipe de Viana. En dicho documento, preguntaba al heredero de la Corona por la posibilidad de celebrar un referéndum sobre Monarquía y República. “Por una cuestión de regeneración democrática, sencillamente”. A la salida del ato pudo hablar con el príncipe y le pidió al heredero al trono que abdicara: “Cuando usted sea rey, ¿tendrá la honestidad suficiente para proponer un referéndum sobre monarquía o república por una cuestión democrática?”. El príncipe respondió entonces que para ello sería necesario cambiar la Constitución. Hoy quizás se calificaría este hecho como un escrache o acoso. En este video puede verse. http://www.youtube.com/watch?v=uXz4EHqijm4&NR=1&feature=fvwp
El príncipe Felipe fue abucheado en abril del 2012 en Alcalá de Henares en los instantes previos a la entrega del Premio Cervantes a Nicanor Parra, que tuvo lugar en la Universidad de Alcalá. "¡Borbón, cabrón, trabaja de peón!" gritaron trabajadores municipales.
            ¿Derrocar la monarquía?
Pudiera ser que ese momento se acerca para el donde cada vez más ciudadanos toman conciencia y se podrían organizar en Asambleas Ciudadanas Constituyentes con el fin de avanzar hacia la unidad de los españoles por iniciar un proceso de Asamblea Nacional Constituyente, expresión de la soberanía popular, donde puedan deliberar democráticamente estos asuntos y todos los que aquejan a los pueblos de España. Para realizar una asamblea constituyente no es necesario que ésta se encuentre señalada en la Constitución vigente. Al ser la expresión más acabada del ejercicio del Poder Constituyente Originario y del poder soberano de los ciudadanos, es a éstos a quienes corresponde decidir el momento más apropiado para elegir una.
            ¿Sustituirla la monarquía por la III República?
            Tanto los símbolos como los principios constitucionales de le II República son más progresistas que los de la monarquía y la constitución actual.

            Mientras no se sepa construir otra forma la III República es una opción no como un fin sino como un medio hacia la real democracia participativa y directa con lo que de fondo significa esta. Las dos repúblicas anteriores fueron abolidas una por un golpe de estado exitosa y otra tras la guerra civil tras un fallido golpe de estado.
            Ningún cambio político es un fin sino un medio para hacia el desarrollo de la conciencia sin el cual realmente no se consolidarán los cambios políticos.
            La afirmación de G. Bernard Shaw “La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos” invoca la necesidad de una conciencia individual y colectiva suficientemente desarrollada para un gobierno real de progreso.

Mikel García                                                     18 abril 2013